México: Caravana de migrantes también tiene cara de niño
EDGAR H. CLEMENTE
ESCUITLA, México (AP)
Cuando unos pocos
miles de migrantes reanudaron el jueves su caminata hacia el norte a través del
sur de México, el traqueteo de las ruedas de un cochecito de niño sobre el
pavimento se unía al sonido de los pasos. Unos pequeños dormían despatarrados
en sus carriolas ajenos al movimiento. Otros todavía adormilados se acomodaban
sobre los hombros de los padres o permanecían ajenos a todo en sus regazos, en
el caso de los bebés.
Los activistas que viajan con los migrantes estiman que
podría haber unos mil menores entre las aproximadamente 4.000 personas que
caminan a paso lento por las carreteras de Chiapas bajo un sol punzante. La
escena recuerda a las grandes caravanas de migrantes en 2018 y 2019, que
también estaban llenas de familias con niños pequeños y que han ofrecido una
forma menos costosa, aunque mucho más lenta, de migrar para familias que no
pueden pagar a un traficante y de hacerlo de forma un poco más segura.
Laura Benítez, de la organización médico-humanitaria Global
Response Management, dijo a AP que el 40% de las personas que han atendido eran
niños.
Irineo Mújica, de la ONG Pueblos Sin Fronteras, estimó que
hay entre 1.000 y 1.200 niños en la caravana. “Es urgente que el gobierno
mexicano atienda a los menores”.
Ingrid, guatemalteca que no quiso dar sus apellidos por
seguridad, explicó que viaja con toda su familia de cuatro adultos, incluidos
ocho niños y una bebé de cinco meses. “No podemos con todos los niños, somos de
Guatemala, ya llevamos dos meses encerrados en Tapachula”, indicó la mujer.
La frustración ha ido creciendo durante meses entre los
miles de migrantes que esperan en Tapachula, cerca de la frontera con
Guatemala. La estrategia de México había sido contener a los migrantes en el
sur, lejos de la frontera de Estados Unidos, y permitirles solicitar refugio en
México, pero el sistema de asilo se ha visto sobrepasado y la lentitud de los
procesos de regularización llevó a muchos a decidir que no valía la pena
esperar.
“Necesitamos que nos den paso libre, al presidente (Andrés Manuel
López Obrador) le pedimos se ponga la mano en el corazón”, pidió Ingrid
mientras tomaba un descanso en el acotamiento de la carretera costera de
Chiapas a la sombra de los árboles.
El actual grupo salió el pasado sábado de Tapachula y es el
mayor movilizado por el sur de México desde la pandemia. En enero, una caravana
partió de Honduras pero las autoridades guatemaltecas la disolvieron antes de
llegar a México.
Todos los grupos que salieron este año de esa misma ciudad
fueron disueltos, en ocasiones con un uso excesivo de la fuerza, por elementos
de la Guardia Nacional y los agentes de migración. No obstante, esta semana la
Guardia Nacional se ha dedicado a vigilar el avance de la caravana sin hacer un
intento de contención salvo el primer día.
El Instituto Nacional de Migración anunció el miércoles por
la tarde en un comunicado que concederá visas humanitarias a las mujeres
embarazadas que están en la caravana, unas 70, según los activistas que
acompañan a los migrantes. Algunas de ellas tuvieron problemas de salud.
Asimismo, la agencia migratoria aseguró que brinda “atención médica, asesoría y
auxilio a personas migrantes de diferentes nacionalidades con problemas de
salud, lesiones físicas o que solicitan regresar a la Tapachula” aunque no
indicó a cuántas dio este servicio.
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